Hace falta mucha ayuda. ¡Mucha! Y entre nuestro alumnado hay una gran riqueza, un corazón sensible, social y solidario que se ofrece.
«En una sola tarde me ha dado tiempo a pasar por todas las sensaciones. Al principio me sentí súper-asustada, porque era todo muy desconocido. Era todo un poco caos, y la verdad es que no me sentí muy bien y no hubo tiempo para recepciones y acogidas. Me dieron el uniforme y me asignaron a mi compañera con la que voy a hacer todas mis labores: cambiar pañales, servir y recoger la merienda, arreglar las camas, servir y recoger la cena, cambiar a los mayores y acostarlos. Hay internos que están aislados porque se sospecha que han contraído el COVID-19 (tienen síntomas pero no están suficientemente agravados como para llevarles al hospital, y tampoco se les puede hacer pruebas diagnósticas). Con ellos, tenemos mucho cuidado con tema guantes y demás. Creo que las cosas en las que más atención hay que prestar son la constante higiene por precaución y sobre todo cómo es cada anciano: qué necesidades tiene, cómo se suele comportar… Desgraciadamente son cosas que tengo que ir viendo y aprendiendo por mi misma. Hay mucho trabajo que hacer»
En medio de esta crisis mundial que afecta a miles de personas, y nos mantiene confinados a millones de ciudadanos en nuestras casas, en medio de esta circunstancias a las que los gobernantes aluden en términos bélicos como la guerra contra el virus, en medio de este frenazo en seco a nuestra actividad académica, laboral, social, económica, etc…, florecen en nuestras sociedades brotes de solidaridad y encuentro.
Cuando hemos perdido la voz cercana de las personas, multiplicamos las llamadas que nos la acerquen; cuando hemos perdido su compañía diaria, multiplicamos los foros donde poder conectarnos, las plataformas digitales y las llamadas en grupo; y cuando percibimos la necesidad de quienes tenemos más cerca, familiares y amigos en situaciones de riesgo en un momento en que se encuentran más vulnerables y expuestos, personas anónimas que están pasando un momento gravísimo en sus vidas,… nuestra solidaridad da un paso al frente, y se pone al servicio de esa demanda social de ayuda.
Hace falta mucha ayuda. ¡Mucha! Y entre el alumnado de la Escuela Profesional Don Bosco hay una gran riqueza, un corazón sensible, social y solidario que se ofrece. En nuestros jóvenes, en el futuro de nuestro mundo, hay ya un presente extraordinario. Esta semana, estudiantes de Integración Social han comenzado a trabajar en residencias de mayores, al servicio de nuestra población más sensible, nuestros mayores. Hacen falta brazos cualificados, y una voluntad decidida y sensible. Nuestras alumnas serán ese rostro familiar y amable que les acompañe, esa voz que les recoja, esas manos que les cuiden, esa sonrisa que les aliente. Hoy son los jóvenes de nuestra Escuela quienes nos enseñan verdaderamente que ese «Juntos, lo conseguiremos» es real y necesita de cada uno.