Este lunes hemos tenido el placer de tener una charla con Jaime Asensio, un integrador social de 24 años, con unos 3 años de experiencia en el sector y que se encuentra además estudiando el Grado de Educación Social.
El encuentro ha despertado la curiosidad y las mentes de toda la clase. La comunicación ha sido fluida y profundamente activa. El ambiente que se ha generado ha sido de una inquietud que transmitía ilusión y ganas de indagar, aprender y descubrir qué es lo que nos espera, qué camino queremos o querremos tomar, qué será de nosotros, qué podemos hacer por los demás…
Estás dudas y ahora hablo de mí, generalmente traen consigo fuertes cargas de miedo e incertidumbre, un vértigo a un futuro que no sea suficiente, que no satisfaga mis expectativas, que decepcione y en el que no sea capaz. Sin embargo, el encuentro con Jaime ha estado lleno de esperanza y la positividad que ha trasmitido ha despertado en mí el sueño de una realización personal basada en ayudar a los demás. Un sueño acompañado de la confianza en que es posible e incluso de la certeza de que nosotros vamos a poder lograrlo. Al escuchar a Jaime pensaba “qué guay, yo quiero eso, aunque qué miedo… Bueno pero me da igual ¡lo quiero!”.
Su discurso rezumaba ilusión, honestidad, amor por su profesión y una tranquilidad y una sencillez que hacían que el interés y la confianza creciera en nosotros a cada minuto. Nos ha transmitido el valor del esfuerzo y la perseverancia como una herramienta indispensable. Nos ha hablado de su trabajo, de sus estudios, de su experiencia tratando con personas; personas que necesitan ayuda, que sin chicos como Jaime estarían destinadas a una exclusión y a un sufrimiento sin límites y que tomaban forma con cada historieta que él contaba hasta que llegaba incluso a empatizar con ellas sin si quiera conocerlas.
Nos ha hablado de que debemos ser responsables y cautos a la hora de escoger nuestra especialidad como integradores, de que la honestidad para aceptar nuestras limitaciones es fundamental pero que al mismo tiempo tenemos que lanzarnos, atrevernos y dar pasos a pesar de la inseguridad, las dudas y los miedos que puedan aparecer.
Jaime ha tenido la humildad de mostrarse vulnerable ante nosotros “yo también la he cagado alguna vez” decía. Yo en ocasiones pienso que esto me viene grande. Estaré tratando con personas y mi tendencia es tratar de rescatarlas y salvarlas de sus desgracias y sé que con este pensamiento la impotencia y la frustración están a la vuelta de la esquina. Después de esta charla y de este primer trimestre de clase me doy cuenta de que ese no es nuestro trabajo, lo nuestro es ayudar, dar apoyo, transmitir valores… Porque lo bonito de todo esto es que también nosotros somos personas vulnerables, con dificultades y con limitaciones, personas que nos encontramos en un camino constante de crecimiento y aprendizaje, un aprendizaje que tenemos intención de enfocar hacia fuera, hacia una apertura que alcance aquellos corazones que por las razones que sean no han podido crecer como los nuestros.